No dejan de ser
pérgolas de fracasos las que ningunean las hediondas y escurridizas figuras de
magnesia descolorida. Entrenamos con la fragilidad de Dulcinea el corazón
rasgado de las espinas en cada una de las repisas fragmentadas de alabastros a
la espera. No dejamos de regodear el júbilo ajeno entre cubiertos sesgados y
granulados sin la desesperación del que tienta su suerte entre las avalanchas
de entrevelas.
Con luz y triángulo apareces tú mirándome vencido con filigrana
de cuadros inventados pero explota la realidad para vigilar la agonía de lo que
llamo esperanza usurpadora de nieves.
Vuela la mente
entre cada palabra que pinta reyertas lilas sin saber qué prepara el futuro
para la margarita ya deshojada sin saberse perdida entre ronquidos de búfalos
sedientos de una sexualidad abrumadora que sabe ahogar al que visita su propia
Ilíada desorganizada a la espera de una ráfaga de cambios.
Mantente vivo
compañero, no dejes que la furia del más titán de los diáfanos sepa vencer la
poca dignidad que tu lucha ha sabido conservar con tanta energía del
lapislázuli jugando al acertijo de los idiotas.
No me creas desencantado. Sigues estando ahí, guardado para siempre.
No me creas desencantado. Sigues estando ahí, guardado para siempre.