divendres, 10 de maig del 2019

La madurez no existe



Suelo preguntarme cuál es la verdad de la palabra madurez. Dejando a un lado lo que el diccionario pueda aportarnos respecto a la esencia del significado de la palabra, podemos llegar a la conclusión de que el hecho de ser maduro es un acto subjetivo. Cada persona decide los límites y las formas de valorar si es o no madura de per se o si lo son los demás. Preguntarse a uno mismo si ha alcanzado la madurez plena puede llegar a generar millones de preguntas que surjan a la hora de buscar una sóla respuesta. Es por ello que la verdad absoluta como tal no existe o en su defecto, no debería existir. De todos modos la libertad de la duda siempre estará presente en el raciocinio del ser humano.

¿Qué es ser maduro? Quizá seguir unos cánones establecidos pero no escritos por una sociedad exigente y ambiciosa pueda darnos una respuesta inequívoca, una trampa donde muchos caen todavía a día de hoy. Nacer, evolucionar, ser autómata y empático a la vez, formarte académicamente, encontrar un trabajo que te aporte estabilidad económica para substistir sin depender de los demás, volar, encontrar a tu media naranja, casarte, tener hijos, jubilarte y volver de nuevo a la niñez antes de cerrar definitivamente el círculo vital. ¿Qué ocurre cuando una persona de forma conciente decide romper con esa espiral?

Muchos son los que siguen viviendo con sus padres a pesar de haber llegado a edades en las que por herencia de lo que se considera socialmente correcto, deberían haber salido del nido, haber volado muy alto para sentirse libres y por ende, maduros. Ser tan radical puede llevarnos a pensar que quizá lo que se cree correcto no lo sea tanto. Existe la flexibilidad, en tanto en cuanto podamos disfrutar de su conciencia pura. ¿Ser flexible no entraría dentro de la marudez? Radicalizar argumentos puede llevar a la infelicidad emocional.

Repasar una y otra vez el concepto de madurez ya es un acto inmaduro. Vivir respetando el presente y dejarse llevar por el río de la vida es la opción más acertada. Libros de autoestima, consejos dados cuando no son pedidos, resistirse al hecho de asimilar el movimiento de los días, aceptarse tal y como uno es...hay mil y un métodos que pueden servir de ayuda aunque sea a corto plazo. No saber manejarse bien en algo cuando un número considerable de personas mueven los hilos con sutileza y agilidad no tiene porqué llevarte a la fustración y a la inmadurez. Todos poseemos un regalo valioso e irremplazable: el alma.

La madurez no existe para mí. A nivel personal y después de una vida entera luchando por encontrar una somera explicación aclaratoria sin éxito alguno, la decisión es finalmente personal. No hay verdades absolutas, sólo la flexibilidad del pensamiento subjetivo. No deseo una perspectiva objetiva sin haber sido trabajada de modo intrínseco previamente. Quizá una introspección analítica de vez en cuando nos ayudaría a ser más felices con lo que somos.