dimarts, 29 de novembre del 2011

Remando sandeces

Estaba pensando
en la libertad del anti poema,
en la encarnizada rima ondulada,
en el guión de lo agridulce y los desaires.

Estaba pensando en el patrón
de los satíricos entre bambalinas,
en las dos lágrimas mercenarias,
en los vicios de una delicadeza desangrada.

Estaba pensando en dos preceptos,
en el poema vacío de los lectores,
en unas dádivas acorraladas por la metáfora.

¿Sabrás desnudarme?

dilluns, 21 de novembre del 2011

Sense ulls



Van adonar-se’n ben aviat. No deixava de mirar a tot arreu menys als ulls dels pares. No responia als estímuls ni es girava quan el cridaven pel seu nom. La professora de l’escola bressol ja els va avisar el segon dia de classe. Quan tots els nens estaven en rotllana escoltant la història d’una lluna que sortia d’una capsa, ell es va aixecar per jugar amb la petita cuina de joguina que hi havia al fons de la classe. L’Aleix patia un problema desconegut que desconcertava als joves pares.
Després de moltes proves els metges li van posar nom: autisme. No sabien el grau exacte que patia. La mare no va deixar de plorar durant tot el dia i el pare fent-se el fort només sabia plorar desesperadament amagat quan la mare se l’emportava amb el cotxet a fer un tomb. El problema era afrontar aquella nova situació, aquell desconeixement. Com li dirien als avis? Sabrien entendre-ho?
L’Aleix va créixer però la seva veu encara era la mateixa. Sabia plorar, fer soroll, queixar-se amb renecs que recordaven als petits gats quan busquen l’escalfor de la mare als dies d’hivern. El futur de l’Aleix era tan incert... No aprenia a jugar, no aprenia a socialitzar amb els demés. El seu món interior tenia més força que dos ulls. Al cap d’uns anys la situació era la mateixa. Podia caminar, però els ulls es perdien ves a saber a on.
Ell era conscient de qui l’estimava però la foscor del teló quan acaba l’obra no li deixava veure més enllà. L’Aleix era soroll, era petons, era una abraçada plena de sentiments més enllà del cos. L’Aleix era una ànima pura guiada pels que coneixien el terreny ple de pedres.
L’Aleix era autista. Els pares, només eren el bastó on s’arrepenjava quan l’obligaven a veure amb uns ulls que no tenia.

Dedicat als meus amics i al seu fill

dissabte, 22 d’octubre del 2011

Miau



¡Qué pequeñaja eras cuando te vi por primera vez! No podíamos dejar de mirarte…estabas tan graciosa en aquella cajita mientras todos hablaban de ti y tú los mirabas con tus ojos asustados. Figúrate que no había forma de encontrarte un nombre con tantísima gente que vino a verte… Te acabamos llamando Gremblina. Dicen que los gatos se adaptan muy rápido al sonido de la vocal i. Bien, fue mi madre quién impuso llamarte así por tus orejitas afiladas. La verdad es que no sé por qué al cabo de los años todos te llamamos Gremblin pues no deja de ser un nombre horrible y para más inri masculino.
Cuando teníamos aquella alfombra tan grande en el comedor, subías del piso de abajo como una loca para afilarte las uñas en ella. Ahora que ya la hemos quitado, te quedas siempre en la entrada, algo desconcertada, pensando qué hacer. Eso sí, ventana que ves abierta, ventana que no se te resiste. Puedes pasarte las horas mirando el cielo, la calle y la gente. Sentada en el alféizar, con las pupilas pequeñas como un punto, te dejas besar por el sol. Si la puerta del patio no está cerrada subes por las escaleras hacia los tejados. ¡Vete tú a saber qué haces por ahí! Bien, puedo suponerlo por las dos camadas que has tenido.
Uno de los momentos más felices y tristes es justamente cuando fuiste madre. Si te hubiesen dejado hubieras sido toda una madraza. Se nos rompió el corazón cuando por primera vez llamabas a tus gatitos día tras día sin saber que los habíamos tenido que regalar. Fue tanta la pena que en tu segunda camada insistí en quedarnos con Tom, tu hijo anaranjado y juguetón. Recuerdo lo mucho que lo limpiabas y lo orgullosa que te estabas. Parece que sonríes y todo en las fotos. No entiendo cómo apareció muerto debajo de un coche en la calle. A ver quién era el valiente que te hacía saber que se había escapado y le había pisado la mala fortuna.
Te irrita que te acaricien del lomo hacia abajo, que jueguen contigo cuando no te apetece, que te obliguen a ser sociable con otros gatos, que te saquen de tu espacio, que intenten quitarte los pelos muertos con un peine y que no te hagan caso cuando nos ves comer a los demás. Te encanta sorprendernos, ronronearnos entre los tobillos para pedirnos comida, subirte encima nuestro cuando nos ponemos la manta, darnos besos cuando nos estamos durmiendo, oler nuestro pelo, que te acaricien la cabeza, el morro y pasarte las horas durmiendo en el sofá o en los pies de mi cama. Nos gusta saber que nos reconoces y nos avises desde la ventana con un Miau al vernos llegar. Conoces incluso el ruido que hacen nuestros coches. 
Aquí te tengo, a mi lado, en el sofá, con la cara seria pero con el alma sonriendo. Y ahora te voy a leer lo que te he escrito. Espero que te guste.


dimecres, 12 d’octubre del 2011

Y sin pensarlo, cedió


Las diez y cuarto de la noche. La iglesia estaba abierta y sin pensarlo ni un segundo entró. Las luces eran muy tenues pero algo le llevó a arrodillarse delante del altar. La virgen se alzaba presidiendo el templo. No podía creer que la desesperación le hubiese empujado a entrar en un lugar como ése. No creía en nada más allá de lo empírico y la certeza visual que propicia un papel que arde al encenderlo. Su ateísmo era tan extremo que le resultaba esperpéntica la idea de estar arrodillado ante una estatua tan fría e inverosímil como la que tenía delante. Desde que su uso de razón le había dado la oportunidad de pensar, había refutado las ideas tan estúpidas que la iglesia y los libros espirituales predicaban sobre el más allá de la vida terrenal. Pero allí estaba, arrodillado, delante de la virgen, en un sollozo de angustia y desesperación tan avanzada que no daba paso a lógica ninguna.

Juntó las manos y sin saber rezar intentó recordar el “padre nuestro”. Pese al intento acabó inventando la plegaria. No entendía qué hacía una iglesia tan vacía con las puertas abiertas a esas horas de la noche. Le resultaba incómodo pensarlo pero se desvaneció cualquier sentimiento racional cuando la pena de una existencia tan frágil volvió a recordarle su desestabilizada categoría de ser humano en un lodo sangriento repleto de las heces de su propia desdicha.

Ave María, escúchame. Soy como una vela que no aprende a ser encendida con la llama de una mísera intención. La vida que se me ha regalado se ha convertido en una guarida de marionetas quemadas por la vanidad de la traición y la sempiterna humildad del que sabe mentir a tientas de los demás con las máscaras de un carnaval desolado. Bien sé que nunca he sentido sentirte bien ni saber saberte mal mas el ser humano guarda siempre a escondidas una última carta a sabiendas de que incluso perjurando no ser lo que los demás quieren que seas, puedes llegar a predicar en momentos como éste. Figúrate mis viscerales intenciones de huir de mí mismo para volver a buscarme de nuevo en este templo. Maldita la intención y la hora en la que me figuré como esclavo de las pretensiones de los demás. ¿Quién podrá cortar los hilos que sujetan mis manos, mi cabeza y mis pies? Deseo huir donde irradie la desvergüenza de ser y dejar ser a los que a borbotones de vida no pululan. No puedo cargar con tanta mentira a mis espaldas. No puedo sobrellevar el peso de esta armadura de metal estropeada por los golpes que la vida me propicia al recordarme que no sé vivir conmigo sino que existo para los demás. Deseo sentir, encontrarme, saber que jugando a la incertidumbre un día volví a ser quien debo ser. Por favor, devuelve la ficha negra al principio del tablero convertida en el verde que tantas y tantas veces he prometido imaginar.

Jorge levantó sus rodillas pesadas y se apoyó en la madera para ponerse de pie y dejar de balbucear. Para su sorpresa las horas no habían pasado. Seguían siendo las 10 y cuarto de la noche y supo tocar la jubilosa sensación de unas lágrimas. ¡Él no sabía lo que era llorar!

Entre la abrumadora asfixia del que llora como un niño algo llamó su atención. La estatua que al principio le había resultado inerte y descuidada encima del altar, le sonrió.

dissabte, 10 de setembre del 2011

Piero Pies Planos




Su madre ya tenía los pies planos. Su abuelo tenía los pies planos. Su mejor amigo tenía los pies planos. Su gato tenía los pies planos. La mesa de su comedor tenía los pies planos. Piero era podólogo y tenía los pies planos.


Ya le habían hablado de una operación para repararse el tendón pero el dolor que sentía después de quince minutos caminando todavía era soportable. Estaba enamorado de sus pies planos. Su mujer tenía los pies planos también, por eso decidió casarse con ella. Esperaba con ganas la llegada de su primera niña para ser el primero en descubrir si también pertenecía al club de los pies planos.

Un domingo por la noche Piero había decidido crear un club de fans para el facebook de gente con los pies planos donde todos subían fotografías y dejaban comentarios que alimentaban su fetichismo. Hubo un día que hablaron en la televisión de los casos de pies planos en niños y Piero se sentó con su libreta de notas y su bolígrafo sediento de alguna nueva información. No quería dejarse ninguna de las declaraciones de los especialistas e invitados para escribir como buen periodista amateur de los pies planos los titulares que más podían impresionar a su grupo de fanáticos empedernidos en la red. La verdad, disfrutaba sabiendo que no era el único obsesionado por el tema.

Piero empezó a sentir que aquello le resultaba hiperbólicamente adictivo cuando se le pasó por la cabeza el crear una página porno donde todos los posados debían de enseñar personas con los pies planos. Sólo la idea lo excitaba pero no acabó de madurar el proyecto.

Una tarde en la biblioteca mientras leía sobre la totalidad de los  pies planos en algunas tribus de la antigua Rhodesia, vio la fotografía de Adriano Celentano en uno de los libros que leía una mujer octogenaria sentada a su izquierda. De pronto se dio cuenta del error tan grande que había cometido a lo largo de toda su vida. ¡No se le había pasado por la cabeza investigar si el cantante tenía los pies planos o arqueados!

dilluns, 29 d’agost del 2011

Plexus



Supo el eclipse del garabato sonreír,
derramaron abrazos las leyendas
y se dibujó tu nombre en mi libreta de secretos.

Supe sentir!

Supe sentir!

Buscando ángeles en la maleta

sonaste a susurro y caramelo.
Me miraste con los besos
 y fui tan feliz!

Guárdame en un rinconcito

de los sueños que perfuman
pues para mí, saber, me sabes a vida.

Deja que llame a tu puerta.

Quiero sentirte y sentirte y sentirte...

dijous, 18 d’agost del 2011

Había algo que no le dejaba dormir


Después de dar su última clase antes de vacaciones cogió el autobús número 15 hasta el barrio donde vivía. Todo seguía igual: la gente caminaba de un lado a otro, los coches conducían como locos y un ambiente sofocante lo ahogaba. Abrió el portal, entró en el ascensor y al cerrarse las puertas dejó el maletín en el suelo y se llevó las manos a la cara. Cuando llegó a su piso se abrieron las puertas, recogió el maletín del suelo y cerrando con un portazo que resonó en todo el edificio fue directo a la cama. Se tiró de golpe contra ella sin quitarse los zapatos dejando el maletín encima de la silla roja. No se movió durante una hora hasta que el calor le obligó a levantarse, quitarse la ropa, dejarla en el suelo y darse una ducha. Gastó un bote entero de gel y otro de champú. Sentía la necesidad de limpiarse una y otra vez de todo lo que el lunes le había impregnado dejándolo sucio de ideas y momentos necios. La casa estaba muy deficiente y todavía tenía los platos del fin de semana por limpiar. No pensaba hacerlo esa tarde. Desnudo abrió la nevera, cogió el bote de helado de tiramisú y sentado encima de la cama desecha comió y comió hasta que la angustia que le provocaba la ansiedad de aquella rutina le hizo dejar el helado en el suelo. Con la barriga llena y mal sentado encima de la cama se quedó unos largos minutos mirando al suelo sin pensar en nada, desecho, desnudo, sin ninguna pretensión más que la de dejar pasar las horas.

Llegó la noche del lunes. No podía soportar la idea de que la semana acabase de comenzar. Delante del televisor, con las ventanas abiertas y el pantalón del pijama puesto decidió perder los ojos sentado en el sofá. Había llegado el momento de jugar a ver pasar las horas en el reloj. Tenía una larga noche por delante para prepararse las clases y ver cómo el despertador sonaba a las seis y media. Como todas las noches desde que su novio lo dejó sabía que iba a pasar las horas con los ojos abiertos mirando las agujas del reloj del comedor.
             
           Nada le resultaba más pesado que levantarse del sofá. Decidió no hacerlo. Ya le llamarían desde la universidad cuando no lo viesen venir. No pensaba coger el teléfono ni escuchar el contestador. Ya lo haría algún día o jamás, quién sabe. Ginés no estaba para más tonterías.

dimarts, 12 de juliol del 2011

Cantares...

Nos pasamos la vida pensando y pensando y volviendo a pensar en todo lo que nos rodea, en lo que podemos hacer mejor, en lo que hemos hecho mal, en lo que deberíamos hacer, en lo que no hemos hecho y cuando no nos damos cuenta dejamos de existir. Nunca nos paramos a pensar si vale la pena sufrir tanto, pensar tanto, rasgarse la vida en cosas tan materiales que se nos escapan de las manos. Hoy es un día de esos en los que recibimos una bofetada para que sepamos que aquí no sólo se viene a sufrir y a pesar de lo efímero de la lección en sí el dolor es sempiterno. Si existe el cielo celestial hoy ha dejado pasar a una mujer que ya fue ángel en este lugar al que suelen llamar vida terrenal. Es injusto que nos acordemos mucho de las personas sólo cuando faltan o en el día en que nos dejan. Puestos a pensar, deberíamos morirnos todos un poco para que los demás hablasen bien de nosotros y nos recordasen como lo hacemos al desaparecer.
Suena una jota aragonesa a lo lejos. Ya ha llegado, estoy seguro de ello. Sé que descansa en su paraíso. Aquí se quedan los que la queremos y vuelan memorias de lo que llegó a entregar a los demás a base de los años, esfuerzo y mucha, mucha lucha por vivir. Puestos a recordar me vienen imágenes de ella dándome besos y repitiéndome lo bueno que yo era. ¿Sabéis? Yo la apreciaba mucho. La vida hace que cada persona camine por senderos diferentes pero de vez en cuando se vuelven a cruzar para que los caminantes se cuenten sus experiencias. Ella me hacía saber con sus palabras y gestos lo que su familia significaba para ella. Su bastón, su marido; su aire, sus hijos; su ilusión, su nieto. Los que más luchan en esta vida son los que lo hacen con uno mismo. Tienen dos batallas: la personal y la que la vida nos regala. Begoña llevaba toda una vida luchando por vivir y vivir y vivir y vivir y vivir aunque las fuerzas le flaqueasen al final. ¿Por qué tengo ganas de llorar al pensar que no está con nosotros? ¿Qué significa una lágrima?
Vivimos sabiendo que moriremos. Algunos son conscientes de ello y otros pretenden no serlo. Hoy en su entierro me he obligado a pensar en ella sin parar. Me sentía culpable por no hacerlo. Su acento, su picardía, su sentido del humor, su pasión por mi familia y aunque sorprenda a los que la conocieron, sus ganas de vivir. Sí, porque si uno no quiere vivir, no lucha. Ella no sabía rendirse pero hay cosas en esta vida que no se pueden explicar, como el morir. A los humanos se nos escapa de las manos. ¿Es por ello que vale la pena pensar que hay algo más allá? Yo tengo la sensación de que está todavía a mi lado, al lado de los suyos, de su Miguel, de su Jonathan, de su Alicia,... Siento que se ha convertido en ángel, siento que no puede ser todo tan injusto y vacío como morirse sin más y se acaba el cuento. Recuerdo su bondad para conmigo. Yo la quería tanto. Hay personas a las que respetas y quieres mucho y no sabes realmente por qué. Es como si supieses que una vez desaparecidas te cuidarán desde el otro lado de nuestra consciencia. Sentir que no la volveré a ver caminando por el cámping, alabando la fortaleza de su hija, explicando lo mal que la vida ha llegado a tratar a su marido, lo feliz que se sentía al lado de los suyos. Me cuesta creer que no volveré a escuchar sus historias en Gibraltar con los monos, sus viajes y su sutileza al explicarlo todo con ese acento tan maño que nunca la ha abandonado.
Seguiré pensando en ti. Tu bondad siempre permanecerá en el alma de los que hemos sabido conocerte.
Descansa en paz, mañica.

Para nuestra Begoña Campos Omeñaca, fallecida cristianamente el día 10 de julio del 2011 a la edad de 74 años.