Giraba la mazmorra de la quimera, entre pañuelos y galantes perdidos.
Desde las puertas de la fatiga, existe la reticente estabilidad de una veleta medio vigilada: la revelación.
Sabemos que la ternura deja aterrizar a la horrenda sabiduría del necio mas no acordamos llegar a la desecha visión de la imaginación tardía.
Desistamos de la jubilosa irrealidad de la venganza cuando no se realza la fragilidad de una palabra dinamitada.
Lagunas de filigrana entre los más tentadores besos desde el instante.
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