Y paré y observé.
El
sauce llorón en su intento por bailar
movía
las ramas como el mar en su quejido.
El
verde del prado brillaba en su intento
por
ser escuchado como la silenciosa soledad de la noche.
Entre
los arbustos la belleza de una conversación
entre
pájaros dando de comer a sus pequeños
y
la sensación del otoño tardío en el cielo nublado.
¡Cuánta
belleza en un solo instante!
Las
hojas me saludan en su movimiento,
inspiro
el aire y oh! La gratitud del bienestar
me
recompensa con una lágrima.
Y
paré y observé.
Jamás
creí poder sujetar tanta obra de arte
en
una sola e inquietante tarde de octubre.
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