Escribir sin respirar,
sin el descanso de una paciencia,
la misma vida que se ahoga,
el principito y su lloro.
La noche los acompaña
pues no saben de valores
ni sienten lo que soy en el momento.
Solitarios falsos.
Figuras que van y vienen,
la flota de una armada vencible
que me derrota en cada revolución,
cuando la luna aprende a odiar.
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