Conocí demonios disfrazados
con tantísima sutileza
que al desenmascararse
seguían pareciendo ángeles.
Uno llora en palabras
y al hacerlo no encuentra pañuelo
sino desapercibidos.
Me ayudo con el bastón de la mentira
que me ayuda creer que algún día
dejaré de tropezar con las piedras
de la vida.
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