dimecres, 5 de gener del 2011

Regalos para Claudio

Claudio estaba muy nervioso. Sabía que los tres Reyes Magos de Oriente iban a pasar por su casa. Había hecho balance y creía haberse portado muy bien ese año. Aún así, sabía que alguna vez se había enfadado con su padre porque no le dejaba jugar después de cenar tanto como le hubiese gustado. Creía que eso le restaría puntos y quizá no le trajesen el gatito negro que tantas veces había deseado. En realidad, era un regalo que daba por perdido porque sabía que los Reyes lo veían todo y no creía haber pasado el año con matrícula.
Las tres carrozas eran tan grandes que apenas había podido ver a los Reyes. La calle estaba llena de caramelos pisados y de pajes que se le acercaban a preguntarle repetidamente si se había portado bien.  Había tenido que mentir con una sonrisa nerviosa a todos y decir que sí mientras se abrazaba al cuello de su padre. No sabía por qué pero le daban miedo aquellas personas tan oscuras. Ahora se arrepentía de tres cosas: no había sonreído a los tres Reyes, había mentido a los pajes y se había interesado más en la bolsa de caramelos que su padre llevaba en la mano que en otra cosa. Habían cogido muchos más de lo que pensaba. De hecho, muchos habían sido un regalo de las vecinas que al verlo tan guapo le habían regalado algunos caramelos que guardaban para sus nietos.
Claudio volvió a repasar las trece cosas que había pedido en su carta. Su padre la había escrito pues él era todavía demasiado pequeño como para hacerlo. Eso sí, estaba muy orgulloso porque había firmado con dos colores: rojo y azul. Estaba seguro que no le traerían nada de lo que había pedido pero no quería perder la ilusión. Estaba dispuesto a lo que fuera por llegar a casa en aquél momento y resolver el enigma que tantos quebraderos de cabeza le había dado durante el día. Estaba algo enfadado con Santa Claus pues no le había traído nada. Al menos, le podría haber dejado algún detalle. Su padre decía que la crisis había llegado incluso para Santa. ¿Qué será una crisis? No tenía ni idea pero era una palabra que había escuchado decir más de una vez a los mayores durante todo el año.
Debajo del árbol de navidad no había nada. De repente sintió que sus ojos azules se llenaban de pequeñas y tímidas lágrimas. Era la primera vez que sentía lo que era la decepción. Su padre lo miró y le preguntó si tan mal se había portado. ¡Al menos podrían haberle traído carbón de azúcar para comer! Claudio no pudo reprimirse y explotó en lágrima viva.
Un maullido sonó debajo del largo tapete de la mesita del comedor. Una caja roja y azul parecía moverse. Su padre la cogió, se la puso a sus pies y Claudio pudo ver un gatito blanco asustado. No era el gato negro que había pedido pero al menos era un gato. Tan mal no se habría portado, pensó. Miró a su padre y rió con un alivio que contaminó de alegría la pequeña habitación.

5 comentaris:

  1. ay. un gatito negro... a mi la vida me trajo un gatito negro que siempre había querido, mi Rasputín, precioso y buen animal.. y la vida me lo quitó, porque eso es la vida...

    que bonito cuento Edu... me he emocionado... que bien se describe el sentimiento de culpabilidad infantil.. judeo-cristiano..

    que bonito final con el gatito blanco.. sabes como se va a llamar? le ponemos nombre?

    ResponElimina
  2. Gracias Ster. Podríamos llamarle Rasputín en memoria de tu gatito, por ejemplo, siempre que tú me lo permitas. De hecho me has dado una idea. Quizá un día escriba cómo Rasputín ve la vida desde un punto de vista felino.

    ResponElimina
  3. Ui me encantaría que escribieses eso.. te doy pistas de como era mi rasputin.. gato negro, serio, respetuoso y a su bola, como buen gato que era

    jejejejej

    ResponElimina
  4. Edu, me ha gustado mucho el cuento... como todos, creo que nos podemos sentir identificados en ese día tan especial que vienen los Reyes a casa... habré sido tan buena como para que me traigan lo que pedí? La infancia, preciosa etapa llena de inocencia y dulzura... la cual nunca deberíamos perder.

    ResponElimina
  5. Isa, me alegro que te haya gustado. Todavía recuerdo cuando tú y yo nos cruzamos con un rey en el pasillo del piso. Recuerdo tu cara; te quedaste petrificada jaja :) Qué inocentes éramos.

    ResponElimina

Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.